Za Za, emperador de Ibiza

Leer a Ray Loriga es un disfrute porque es entretenido, ácido, ligero y mordaz. En algunos momentos hay más estética en el léxico que contenido, pero forma parte del encanto. Esos momentos en que se demuestra como un puro esteta se agradecen, ya que el contenido es una crítica al show del ego y al modelo de ocio reinante en la actualidad. El autor pasa en el libro de las profundidades a la superficialidad con bastante garbo, mientras te mete en un embrollo al más puro estilo Memento.

Una lectura rápida, refrescante que es un punto y aparte en cualquier circunstancia. Perfecto para un viaje de algunas horitas en los que sólo queremos que nos entretengan y nos dejen tal cual. Es algo así como el jengibre, destinado a limpiar el paladar -o la mente- cuando se va a cambiar de sabores.

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