Mi vida sin Julio Verne

Es curioso que mientras me dispongo a escribir esta reseña suene The River. Realmente, esa música no acompaña a este libro: aunque su tono es otro, el tema es el mismo. Al menos en gran parte, porque al magnífico poemario de Sonia Fides le acompañarían otros sonidos, quizás coches, una ambulancia que rompe el sonido de la noche, el colchón al recibirnos o un grupo de amigos que pasa a nuestro lado, hablando alto y alegre, mientras nos disponemos a volver solos a casa, y ha llovido, y se mezcla con la suciedad del suelo de Madrid o de cualquier otro lugar. 

La conciencia de que todo es pasajero y tan vacío como lleno, es lo que he encontrado en esos versos. Una doble o tercera lectura sobre cada gesto cotidiano, es lo que capta Sonia Fides y lo describe con precisión de cirujano, con versos perfectos, en cada uno de los poemas de este libro.

Lo he leído como quien escucha un gran secreto, una confidencia sobre la percepción de la vida, de lo pasajero y todo desde un vértigo sereno, que sólo tienen los buenos poetas.

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