El comensal


Gabriela Ybarra ha escrito un hermoso pero inquietante libro sobre el duelo, los silencios y todas las sensaciones extrañas -de animal racional- a las que nos enfrentamos cuando encaramos la muerte. Todos esos hilos, los emocionales, los absurdos, los de la incredibilidad y los del amor son observados y brillantemente descritos con pocas concesiones en esta novela de obligada lectura también por las circunstancias que envuelven ambas muertes. 


El viaje personal, y el diálogo interno que no siempre debe haber sido fluido, que ha supuesto de buen seguro la escritura de este libro ha dejado una joya de libro, contiene una manera excepcional de narrar, con tramos en los que no existe barandilla, promete ser el inicio de una carrera literaria absolutamente personal.

El libro se inicia con un verso de Antonio Machado: ¿Quién ha visto sin temblar un hayedo en un pinar? ya marca un tono y una emoción exacta que recorre todo el texto.

Gabriela narra el secuestro y asesinato a manos de ETA de su abuelo y la enfermedad y muerte de su madre por cáncer: hila estas dos historias, también la de su familia y nos sitúa en Bilbao, Madrid y Nueva York. Nos habla de esos escenarios y conversaciones que mantenemos mientras la muerte y sus maneras nos siguen de cerca.

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