El fulgor y la sangre


Verano, años 50. Una casa-cuartel de la Guardia Civil donde las mujeres de los guardias esperan, encerradas, que les informen de cuál de ellos ha muerto en una refriega con maleantes. Los niños juegan mientras pasan las horas, lentas, calurosas y la información no llega.
Unas piensan en el futuro de sus hijos sin padre. Otras, en los hijos que no tuvieron. Alguna, en el pasado que les llevó allí. Todas desean que sea otra la viuda.

La tensión narrativa de Ignacio Aldecoa es excelente. Quedó finalista en el Planeta de 1954 y ya fue valiente presentarlo y editarlo.

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